El tratamiento consiste en inyectar ácido hialurónico en áreas específicas alrededor de las encías para controlar el movimiento del labio superior. Esto se realiza de manera precisa y controlada, con el objetivo de reducir la exposición gingival de forma natural y equilibrada.

Ambos tratamientos, con ácido hialurónico y Botox, pueden corregir la sonrisa gingival, pero funcionan de manera diferente. El ácido hialurónico añade volumen alrededor del labio superior o las encías, ajustando la posición del labio y reduciendo la exposición de las encías al sonreír. Sus resultados son inmediatos y pueden durar entre 6 y 12 meses. Por otro lado, el Botox relaja los músculos del labio superior, disminuyendo su elevación excesiva y reduciendo la visibilidad de las encías. Los efectos del Botox suelen aparecer después de unos días y duran de 3 a 6 meses. La elección entre AH y Botox dependerá de las características individuales del paciente y de si el problema es más estructural o muscular.